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Hola. Si estás aquí, significa que tienes interés en leer mis narraciones, discursos, ensayos, poemas y demás composiciones. Pues bien, éste es el lugar adecuado para tales menesteres. Si quieres leer mis obras teatrales, lo siento, no están disponibles en este blog, ni lo estarán algún día. Espero disfrutes al leer mis estupideces tanto como yo lo hice al redactarlas.

La editorial de Daily Planet

lunes, 27 de agosto de 2007

El corazón es para el anticucho

Antes de empezar con mis estupideces, me siento moralmente obligado a revelar cierto fragmento de información. Si bien no es la gran cosa, es algo de suma importancia para el desarrollo de este debate unipersonal. Sin más preámbulos, he aquí lo prometido, algo que ha de cambiar la vida de más de uno: me gusta más el anticucho de corazón que el de molleja.

Hoy mismo, en lugar de hacer lo que de verdad debería haber estado haciendo –en realidad, estaba oyendo misa, aunque suene extremadamente raro tratándose de mí; era por el aniversario de muerte de mi bisabuela, algo a lo que no podía faltar –y saliéndome, para variar, de mis pensamientos ordinarios, aproveché el sermón para poner mi mente en blanco y dejar que se llene, paulatinamente, de pensamientos. Como era de esperarse –ya que este escrito es la viva prueba de lo que voy a decir –, se me ocurrió algo –a decir verdad, dos algos –que me pareció interesante, pero que ya hube pensado con anterioridad. ¿Tiene algo que ver el corazón con los sentimientos?

Analicemos algunos de sus usos, empezando por el de “es una persona de buen corazón”. Esta expresión está muy relacionada con “ser todo corazón”, así que supondré que significan lo mismo. Cuando una persona es de “buen corazón”, significa que ésta posee positivas intenciones y/o sentimientos agradables. Partiendo de esto, somos capaces de decir que las personas que gozan de problemas cardíacos no podrían siquiera soñar con tener buenos sentimientos. Lo siento mucho por ellas, pero no se pueden enfrentar a la verdad. Así que, la próxima vez que veamos a una persona cuyo corazón no tiene un funcionamiento óptimo, hemos de atacarlas sin vacilar, puesto que, sin sentimientos ni emociones buenas, no cabe la opción de que aporten algo positivo al mundo. Luego, la gente con problemas cardíacos ha de desaparecer.

Vayamos al siguiente punto: “te has metido en mi corazón”. ¿No lo hemos dicho más de una vez, acaso? No sé si para mis lectores, pero al menos para mí, suena como una intención de secuestro. No puedo entender cómo nos tomamos tan tranquilamente esa frase cuando nos la expresan. ¿Y qué habría de decir para evitarme problemas penales? Muy simple: “te quiero” o “nunca te olvidaré”. Claro que no es tan fácil decir eso como la metáfora antes expuesta.

Tengo la corazonada de que redactar este ensayo va a tomar más tiempo del que pensé. Ahora, ¿qué diablos es una corazonada? Según la confiabilísima RAE, esa palabra significa “presentimiento”, incluso se podría aplicar como “intuición”. Esto sí que se presenta difícil de explicar. Yendo por el sendero de “intuición”, hemos de pasar por el “tercer ojo” o el aclamadísimo “sexto sentido” –Exacto, I see dead people –. Es una lástima el no tener a Haley Joel Osment a la mano para que nos aclare esta idea, por lo que me veo forzado a hacer mi mejor esfuerzo. En mi corta vida, no he escuchado ni una sola vez de alguien cuyo “tercer ojo” se localice en su corazón. A mi criterio, el lugar más apropiado para tal mítica creación sería la frente, pero eso depende del vidente al que frecuentemos.

Vayamos ahora a un terreno más polémico, ¿qué significa “tener el corazón blando”? Que sepa yo, se dice eso cuando uno se refiere a alguien que se conmueve fácilmente. No sé si esto sucede al resto de la especie humana, pero yo me conmovería al punto de las lágrimas si alguien presionase mi corazón para probar su blandura. No es algo que quisiera experimentar, a decir verdad. Me parece mejor decir que “tengo el corazón duro/frío” o que “no tengo corazón”. Sí, sí, lo sé, existen aquéllos que disfrutan de las experiencias extremas, así que les propongo un nuevo deporte: prueben que tienen el corazón blando. Claro que sería una actividad que no se puede realizar sin contar con el equipamiento quirúrgico pertinente.

Una vez, vi una película tan triste que me llegó a tocar el corazón. Lo digo con el corazón en la mano, fue sumamente doloroso. Por supuesto que es mucho más sencillo efectuar tal procedimiento para las personas a las que no les cabe el corazón en el pecho. Ésa es, como era de esperarse, una expresión que se refiere a aquéllos con tal grado de obesidad que no tienen lugar siquiera para el mediastino. Exacto, no hay lugar para un vacío, eso ocurre a veces. A los previamente mencionados, les recomiendo ejecutar una efectiva dieta o someterse a un proceso de liposucción.

Pensar que no era suficiente “meter a alguien en el corazón”, ahora resulta posible aun “llevar a alguien en el corazón”. Aquello solía ser un tema tabú; sin embargo, ya no lo es más. Vemos casos como éste en la televisión todo el tiempo. ¿No se nos hace usual acaso el que una persona nazca con un feto dentro suyo? No es nada del otro mundo, pero en la situación de que alguno de mis lectores lleve a alguien dentro de sí, le recomiendo tomar las precauciones del caso.

Retomando el tema original, ¿qué tiene que ver el corazón con los sentimientos? ¿Nosotros sentimos con el corazón? Ése es un gran error que todos cometemos, el corazón en las sensaciones y sentimientos es algo secundario. Todo lo previo depende del sistema nervioso, mas no del corazón. Uno no ama con el corazón, lo hace con la mente o, al menos, con la columna vertebral. Que éste empiece a latir como si no hubiese mañana es, únicamente, hechura de la adrenalina o, abreviando, producto del conjunto de neuronas ese.

Prestemos atención, ahora, al corazón del asunto. ¿Cuál es la relación entre el corazón y el alma? La respuesta es simple y, a la vez, compleja: todo y nada. Un yerro muy común es tomar ambas palabras como sinónimas, no teniendo éstas nada en común. Mientras que el corazón es algo extremadamente objetivo –no hay nada más concreto que algo que podemos tocar –, el alma es un tema sumamente abstracto, relacionado con los sentimientos –atribuidos por nosotros al mismo cerebro, culpable también de crímenes como la memoria –.

Es aquí donde viene la parte práctica: ¿qué hacer ahora? No es nada duro de responder, simplemente dejemos de utilizar aquellas desatinadas y erradas metáforas que toman al corazón como un dios neoevista alternativo. Es sólo cosa de recordar que el corazón es para el anticucho y que, cuando ingerimos uno de éstos, no nos estamos devorando los sentimientos de una pobre res.

1 comentario:

Anónimo dijo...

El corazón, cierto es que muchos dicen que de ahí dependen los sentimientos, aunque claro, solo tiene la función de bombear y limpiar la sangre ademas de llenarla de oxigeno.

Cierto es que el corazón no tiene neuronas por lo tanto no piensa, no obstante se le da ese valor sentimental por motivos que aun desconosco, pero que algún dia despues de que mi "descongelador" se le caiga el hielo entendere.

Interesante tu redacción Carlos, tengo el honor de ser el primero en poner un comentario, saludos.