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Bienvenido a Daily Planet

Hola. Si estás aquí, significa que tienes interés en leer mis narraciones, discursos, ensayos, poemas y demás composiciones. Pues bien, éste es el lugar adecuado para tales menesteres. Si quieres leer mis obras teatrales, lo siento, no están disponibles en este blog, ni lo estarán algún día. Espero disfrutes al leer mis estupideces tanto como yo lo hice al redactarlas.

La editorial de Daily Planet

domingo, 24 de enero de 2010

Significante: desgracia

           

           Cualquier día de éstos me despierto por la mañana, la más ordinaria de todas, con mínimas esperanzas intelectuales y desaliñada apariencia; sin ánimos de superación, de leer, de escribir o de vivir. ¡Cuán nocivas llegan a ser las vacaciones en estos tiempos modernos! En todo caso –y en ninguno–, no intento forzar mi ventana porque, si bien hace calor, poco me importa. Doy tan limitado interés al viento como a la salud pública, al orden, a la felicidad ajena y a los niños que van corriendo por la calle y tocando timbres –los mismos idiotas que no saben que ahora todo el mundo tiene intercomunicador con cámara, sensor de movimiento, personalidad y hasta conexión unilateral con seguridad ciudadana, los bomberos y Pizza Hut, a quienes interesa menos aun–. Suspiro. Suspiro otra vez, para que el anterior se torne monótono y se arruine mi momento de originalidad. No me preocupo en girar la cabeza ni en sonreír, mi gesto de desánimo lleva semanas; y poco a poco, mientras se termina la canción, voy tendiendo mi cama y se prenden solas decenas de mechas en sendas velas alrededor de mi habitación. Surge en mí una idea curiosa, con todas las velas, gritos y animalitos muertos regados por ahí: realizar un ritual; mas la parafernalia me desespera, y no ando con ánimos de empezar a creer en asuntos que ni siquiera considero. No hay velas ya, ni las habrá en otro momento; sólo queda, retumbante en volumen bajo, la misma canción, rezando el último verso, que repitió desde el inicio (pues las canciones que escucho empiezan con el final, y terminan, naturalmente, con el último verso, sin créditos): “Si el trabajo es sano, que trabajen los enfermos”. Y eso me interesa tan poco, ay.

 

            Enciendo el televisor, que, aunque teniendo cable, sólo cuenta con un canal. Hay un gordo ridículo en terno azul ensayando su cremación. Ni noto que vende un “picatodo” maravilloso ni descubro que el aparato sintoniza más señales. ¿Cuántos más como yo habrá en el mundo? A veces me tomo la molestia de pensar en eso y… no cabría más, ¡un asunto televisado pro-gente muerta!

 

            Los veo.

 

            El calor centroamericano parece colarse por los poros inexistentes de la pantalla; mientras arrojo el control remoto contra la pared y regresa, en una pieza, a mi lado. Hay un grupo de desconocidos luciendo pútrido talento desde un escenario en vivo pro-muertos; pero me perturba más no poder ver “Two and a half men”. Yo sólo pienso. Y estoy ahí.

 

¿Es la comedia humana divertida?

Pregunta confuso el host a la diva

Canto, no vengo por una diatriba

Desgracia ajena me hará conocida.

 

Me veo. También estoy ahí, entre la multitud. Me encuentro sentado frente al escenario, de espaldas al sepelio. Soy uno con todos, me siento una célula en el concierto. Exclamo y vitoreo: ¡viva Haití!

 

Sintonizo los gritos, “¡mi hijo ha muerto!”

Una ronda de aplausos, “¡hay diez mil más!”

Mientras uno llora, ríen los demás

Cosecha de occisos en árido huerto.

 

            Ya no puedo seguir, el suelo tiembla y brota sangre. Salta del parquet hacia mis pies y mi rostro. Por suerte tengo un cráneo: mi cerebro ha quedado intacto. No obstante, sonrío.

 

Levantóse el espectador más grande

Alzó la mano, creóse la puja

“Compasión por el ojo de una aguja,

Pues es mi amor motivo de desmande”.

 

            ¡Cállense todos! Ya no lo soporto. ¡Tras la tempestad viene la subasta! ¿Es que no lo ven? Perros políglotas rocían úrea sobre los rostros de desfigurados y desmembrados. Marcan el territorio ajeno rojos ríos; la rivera es un mercado. Y no me importa, veo los comerciales y consumo. ¿Cuándo cruzamos a la tierra del espejo?

 

            Alguna vez me preguntaron cuál era la mejor oportunidad de negocio, y pequé de ignorante. Soy de la opinión de que ahora no cabe duda al respecto. Si el significante es la desgracia de una minoría, el significado es la gloria del resto. Harto, apago el televisor, mas la canción sigue, como tocadiscos rallado: “Si el trabajo es sano, que trabajen los enfermos”. Así que abro la ventana y respiro aire sin tierra.