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Hola. Si estás aquí, significa que tienes interés en leer mis narraciones, discursos, ensayos, poemas y demás composiciones. Pues bien, éste es el lugar adecuado para tales menesteres. Si quieres leer mis obras teatrales, lo siento, no están disponibles en este blog, ni lo estarán algún día. Espero disfrutes al leer mis estupideces tanto como yo lo hice al redactarlas.

La editorial de Daily Planet

miércoles, 22 de agosto de 2007

"Loco" por ella

El día de ayer, estando dispuestos a salir de una librería del centro de la ciudad, vimos dos chicas caminando de una manera ligeramente desesperada y, lamentablemente, disfrutamos de igual modo del tropezón de una de las susodichas. Stephani, por supuesto y como por todo, no pudo soportar la risa y, aunque lo ideal habría sido que esbozase una sonrisa, soltó, la muy cándida, unas imprudentes carcajadas.

El problema fue, principalmente, el desatino ejecutado por la chica waa, pues éste atrajo la atención del drama andante que causó la previa huida de las damas de la caída. El sujeto que, sin duda alguna, gozaba de mejor salud mental que más de uno de los presentes, se interesó impulsivamente en la blanquiñosa. Pasó primero, sin embargo, por Javier, quien se había quedado paralizado del susto y que, en su deficiente movilidad, le aceptó uno de sus evangélicamente pagables separadores de hoja. Ana Patty y yo tuvimos una mejor decisión al colocarnos discretamente en la esquina opuesta a nuestro amigable atacante.

El individuo siguió, sin dar lugar a vacilaciones, con su camino hacia Stephani, descubriendo en ella una timidísima y extremadamente asustada faz, aunque adorable y de provocaciones románticas para nuestro invitado. De repente, y en lo posible en el negocio de diez metros cuadrados, ella corrió hacia otra esquina y, en su horror, escondiose detrás de lo más cercano que encontró, esto es, una cartulina con el mapamundi impreso. Su escudo no le sirvió de mucho, pues su amor platónico podía verla, conversar con ella y atacarla con toda la facilidad del mundo. Eso es lo que hizo, justamente. Con la fluidez que su habilidad lingüística le permitía, nuestro amigo entabló una conversación con nuestra impactada damisela. La cháchara se sucedió más o menos de esta manera:

– ¡No! Aléjate de mí.
– No te quiero hacer daño.
– ¡No, no! ¡No quiero nada!
– No te asustes, yo sólo te quiero dar mi tarjetita.
– ¡No, por favor! ¡Waa!

La dueña de la tienda, tras aquel incomprensible intercambio de palabras, mandó a uno de sus sicarios a exiliar al indeseable. De paso, se tomó la molestia de efectuarnos la misma petición, siendo nosotros los indeseables en esta oportunidad. Javier húbole devuelto el separador, claro está, pero aún no podíamos retirarnos debido a la cercana locación del pretendiente de la soprano. Esperamos un largo tiempo, mas el momento de salir hubo de llegar.

No es una experiencia que hayamos de comentar en nuestra senil decadencia, pero al menos, es algo de los que nos podamos reír cuando terminen nuestros gloriosos días escolares. Demasiado tarde, ya lo estamos haciendo.

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