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Hola. Si estás aquí, significa que tienes interés en leer mis narraciones, discursos, ensayos, poemas y demás composiciones. Pues bien, éste es el lugar adecuado para tales menesteres. Si quieres leer mis obras teatrales, lo siento, no están disponibles en este blog, ni lo estarán algún día. Espero disfrutes al leer mis estupideces tanto como yo lo hice al redactarlas.

La editorial de Daily Planet

miércoles, 22 de agosto de 2007

Discurso maéstrico

Hoy es un día especial para todos nosotros o, al menos, debería serlo. Si bien hoy no es el viernes 06 de julio, en esta ocasión, celebramos, una vez más, el día del maestro sanjosefino. Es éste el momento de arrojar flores a los pies de nuestros queridos profesores y, por supuesto, de colocarles la memorabilísima alfombra roja. A decir verdad, no lo es. La esencia de esta fecha no es el festejar ni el regocijarse, sino el compartir, en este breve plazo, con estos celebérrimos personajes. Si se dice que el colegio es nuestro segundo hogar, ¿no sería lógico, entonces, que los profesores sean nuestros segundos padres? ¿No son ellos quienes nos han llevado de la mano por tantos años y conducido por el camino más adecuado, eso esperamos, a su parecer? Son ellos, pues, quienes apoyaron a nuestros padres a engendrarnos intelectualmente, son ellos también quienes cuidan de cerca nuestro desarrollo y quienes están dispuestos a brindarnos su ayuda desinteresada. Es por eso que el único día comparable al del maestro es el del padre.

Ahora, si es que hay alguien a quien debamos estar agradecidos en nuestra época escolar, ese alguien o, en este caso, esos álguienes son ustedes, nuestros maestros. Ustedes han pasado por tantas experiencias con nosotros, han reído a nuestro lado y se han enfadado también. Hoy los invitamos a dejar de lado lo negativo, los estereotipos, cualquier cosa que no les agrade; hemos tenido nuestros malos momentos, sí, pero guardarlos no hace más que destruirnos por dentro; recuerden las buenas experiencias con nosotros, las grandes alegrías, los paseos, los viajes, las expoferias; piensen en todo su tiempo invertido en nosotros. Son ustedes quienes lo han usado. Nos moldearon como mejor les pareció moralmente. Muchos darían lo que fuere por recibir una enseñanza como la nuestra, encaminados por ustedes, tan experimentados pedagogos, guías en la teoría y diestros en la práctica. No somos más que su creativa obra, ni podemos hacer más que poner en práctica lo que nos han enseñado, su camino idóneo por la vida. Quiero que sepan que no los defraudaremos, continuaremos por la vida como ustedes lo desean. Caeremos y nos levantaremos, nunca cabizbajos y siempre optimistas. Lograremos ser alguien, destacaremos entre la especie humana. Conquistaremos todo y crearemos metas para conseguir. Todo gracias a ustedes, quienes nos motivan, día a día, a seguir adelante, quienes nos muestran una sonrisa aunque no se encuentren contentos, quienes nos convierten en el foco prendido en el letrero malogrado. Todo es por su culpa y gracias a ustedes. Y, frente a tanto agradecimiento, me atrevo a pedirles una cosa: Sigan formando personas con tanto ahínco como lo hacen con nosotros. No se atrevan a retroceder, pues rendirse es cosa de cobardes, y esa palabra no ha de estar en su léxico. Su trabajo no es uno más en el saco, de ustedes depende una nación. Sigan sembrando con las mismas esperanzas, y no habrá momento en su vida en el que no se sientan los seres más felices del mundo. Gracias por todo y feliz día del maestro. Los quiere, la Promoción XLVII.

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